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El papa les aconsejó a las suegras tener «cuidado con su lengua»

El papa Francisco no solo les aconsejó a las suegras «no criticar» y «a tener cuidado con su lengua» sino que también instó a los yernos a que las traten «muchísimo mejor», en una nueva catequesis dedicada a los ancianos, durante la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro, de Roma, en Italia, tras dos años a partir de la pandemia de coronavirus.

Francisco celebró hoy una nueva audiencia en San Pedro ante varios miles de fieles a los que saludó desde el papamóvil durante un recorrido entre los varios sectores de la plaza y apareció con visibles problemas a la hora de caminar debido a sus problemas de rodilla, que lo obligaron a suspender algunos actos en su agenda.

En su catequesis, el papa explicó que existen «lugares comunes sobre vínculos de parentela creados por el matrimonio, sobre todo entre suegra y nuera» y pidió superar «los prejuicios más comunes», según consignó la agencia de noticias EFE.

«Hoy en día la suegra es un personaje mítico, no digo que pensemos que son el diablo, pero siempre se dice que son malas. Pero son la madre de tu marido, de tu mujer», recordó.

Y agregó: «Son también madres, son ya mayores y una de las cosas más bonitas para las abuelas es ver a sus nietos. Es cierto que a veces son un poco especiales, pero han dado todo. Al menos hazlas felices, deja que lleven su vejez con felicidad”.

Francisco exhortó a las suegras. «A vosotras, suegras, os digo: tened cuidado con vuestras lenguas. Es uno de los pecados de las suegras, la lengua», puntualizó.

Alianza de las generaciones

El papa explicó que la juventud «se revela capaz de dar de nuevo entusiasmo a la edad madura» y que la vejez «se descubre capaz de reabrir el futuro para la juventud herida».

Francisco, frente a estas situaciones, insistió en la importancia de «una alianza de las generaciones».

«Es un pecado grave considerar a los ancianos un desecho. Hay que protegerlos, honrarlos, darles dignidad y no dejarles solos», expresó durante la audiencia general de los miércoles en la plaza de San Pedro.

El papa pidió «a los padres que siempre acerquen a sus hijos a los ancianos. Incluso cuando estén enfermos o no muy bien de la cabeza. Si no hay otra posibilidad que llevarlos a las residencias, que se vaya siempre a visitarlos».

”Son el honor de nuestra civilización y los hijos a veces se olvidan de ello. Pensar que son un desperdicio es un pecado grave», insistió Francisco.

Además, condenó «cuando la debilidad es reprochada, e incluso castigada, como si fuera una culpa. Cuando el desconcierto y la confusión se convierten en una apertura para la burla y la agresividad. Puede suceder incluso entre las paredes domésticas, en las residencias, como también en las oficinas o en los espacios abiertos de la ciudad».

Por último, el papa Francisco puso el ejemplo de algunos sucesos en los que chicos  quemaron la manta que cubría a un vagabundo. «Lo veían como un desecho humano. Pero es solo la punta del iceberg, es decir, del desprecio por una vida que, lejos de las atracciones y de las pulsiones de la juventud, aparece ya como una vida de descarte·, concluyó.